Marx describe que el capital es el "valor que se valoriza" y por valor se refería a la cantidad de tiempo socialmente necesario para producir una mercancía. En este sentido, el capital no es una cosa, sino un proceso reiterativo a través del tiempo.
A su vez, Marx definía al capital como un proceso resultante del modo de producción histórico. Lo cierto, es que tal definición puede llevarse a otras formas de relación. Pierre Bourdeau utilizó la definición marxista del capital para definir otras formas de valor en espacios de interacción focalizados. Como ejemplo de ello, es el estudio del capital cultural en Francia, el cual describe como las prácticas culturales de individuos de una clase social se distinguen de aquellos que no accedieron a dichos recursos culturales que brindan determinadas escuelas.
Esto conllevó a una mayor profundización en el desarrollo del concepto, que derivó en la Teoría del Capital Social. Esta teoría desarrollada por otros investigadores posteriores al estudio de Bourdieau permitió comprender el valor de las relaciones sociales para el comportamiento colectivo dentro de diferentes contextos culturales, materiales o históricos. La teoría de Redes a su vez, le brindó la formalidad matemática que requería dicha teoría para someter a prueba hipótesis que otrora se daban como metáforas.
De tal manera, que existen diferentes formas de capital en tanto valor social ya sea por trabajo de tiempo necesario como en el económico, emocional, vital o dignidad. Para ellos se requiere señalar diferentes áreas de influencia de la red, que son:
Social: la red local o global de relaciones sociales donde se distribuye el capital social;
De mercado: El capital en forma de trabajo, dinerario y mercantil;
Ambiental, la relación vital entre la red social y su entorno ecológico directo e indirecto;
Público, o sea los recursos generados por el Estado en tanto bienes y derechos para una red nacional.
La jerarquía que un sujeto o una red adquiere depende de su tipo de participación y disfrute de diferentes recursos dentro de cada una de las áreas de influencia. En un sistema de dominación, por ejemplo, la concentración de recursos que establece una red local a partir del acaparamiento de diferntes recursos en cada una de las áreas de influenca conlleva a demás a la concentración de capital político, el cual, puede movilizar los recursos de diferentes redes hacia un objetivo particular.
En el capitalismo la capacidad de acaparar recursos en las 4 zonas de influencia ha sido brutal. Esto se debe a que se considera que todo es un recurso disponible e infinito, y por lo tanto, requeire de una lucha entre personajes egoístas para conseguir el mayor beneficio que de otra manera no podría conseguir. Bajo esta lógica, los capitalistas (los dueños de los bienes de producción) compiten por incrementar su capital productivo, financiero o mercantil el cual está íntimamente vinculado con el capital ambiental para la disposición de materias primas.
Cuando su capital crece, también sus áreas de influencia y logra convencer a las redes políticas que controlan el Estado para el acaparamiento de bienes públicos o la monopolización de ciertos mercados. Así sus áreas de influencia se incrementan y su posición en la jerarquía de la red se incrementa al igual que su capital.
En contraste, una persona pobre es aquella cuyas áreas de influencia se encuentran históricamente limitadas, quedando sólo con el capital social como única área de influencia que le queda para sobrevivir. Siempre y cuando tenga una red familiar activa, de lo contrario puede ser pobre en capital social también, siendo ésta la posición de mayor grado de vulnerabilidad que existe.
En suma, la disposición de los cuatro capitales para una red incide en la riqueza potencial que podría generar. Entre mayor sea el acceso a esos cuatro capitales mayor será el poder de la red.
Tres de estos capitales pueden privatizarse o socializarse: el ambiental, público y de mercado. Solo el capital social permanece comunitario hasta que la red se atomice.
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